Cospedal

El pueblo de Cospedal está medio escondido al norte de la vega de Huergas, en un cuenco natural que tiene como un kilómetro de diámetro. A este nido se llega por una estrecha carretera y atravesando un escobio junto a las peñas de El Murial.
Cospedal es un lugar magnífico para aquellas personas que, dedicadas al diseño gráfico, la escritura, pintura o escultura, la pogramación informática, la composición musical o a cualquier otra profesión libre, echen de menos aire y agua impolutos, hermoso paisaje, pastoral sinfonía de pájaros y esquilas con basso ostinato de mastín leonés y mucha tranquilidad. También es indicado para artesanos diversos, ejecutivos jubilados con necesidad de depurar cuerpo y alma, aficionados a la meditación trascendental y qué sé yo para cuanto tipo de gentes.
La iglesia y el cementerio de Cospedal están fuera del pueblo, en la parte alta. Siguiendo el camino, un poco más arriba del arruinado templo, mana la Fuente del Abedul.
En su Relato de Babia, el académico y grandísimo escritor Luis Mateo Díez da cuenta de un filandón al que asistió en este mismo pueblo. Alguna de las personas que asistieron relató como antiguamente, cada día de Jueves Santo, era costumbre entre los niños pasar la fuente del Abedul.
Por encima de la Fuente del Abedul, desde la roca, se ve el pueblo entero y, al fondo, las dos peñas por entre las cuales pasa la carretera de acceso. Más allá se extiende la amplia vega de Huergas y se distingue a lo lejos Riolago. Al fondo, la Sierra de Villabandín que separa los valles de Babia y Omaña.